jueves, 1 de mayo de 2014

Almudena Grandes

(1960)

Escritora española, una de las más relevantes de las últimas generaciones, con títulos tan significativos como Las edades de Lulú y Malena es un nombre de tango.

Nacida en Madrid, ciudad a la que siempre se ha sentido estrechamente vinculada, Almudena Grandes estudió geografía e historia en la Universidad Complutense y comenzó a trabajar en el mundo editorial como escritora de encargo. Cuenta la autora que se dedicó a la escritura gracias al fútbol y porque no sabía dibujar: “Cuando íbamos a visitar a mi abuelo, mi padre y él veían el fútbol y no se podía hablar. A los niños nos daban lápices de colores, pero como a mí no me gustaba dibujar, me aburría. Y me dijeron que escribiera algo. Aún conservo algunos cuentecitos de regalo de los que obtuve rentabilidad económica. Fue mi primer trabajo profesional”.

Almudena Grandes


Entre sus trabajos como redactora y alguna incursión en el cine (en 1982 tuvo un pequeño papel en el filme de Oscar Ladoire A contratiempo), Almudena Grandes obtuvo el reconocimiento del público con su ópera prima, Las edades de Lulú (1989). La novela, una insólita historia de iniciación y aprendizaje, obtuvo el XI premio La Sonrisa Vertical de narrativa erótica, convocado por la editorial Tusquets, y supuso el mayor éxito en la historia de este premio. Desde su aparición ha sido traducida a 21 idiomas y lleva vendidos más de un millón de ejemplares.

Las edades de Lulú rebasó el ámbito estrictamente literario de la mano del director de cine Bigas Luna, quien la adaptó para la gran pantalla en 1990. La película, protagonizada por Francesca Neri y un entonces prácticamente desconocido Javier Bardem, fue uno de los éxitos de la temporada y acrecentó la flamante popularidad de la escritora.

Grandes publicó su segunda novela en 1991: Te llamaré Viernes. La obra se apartaba de la literatura erótica y tuvo escasa repercusión mediática. Fue realmente tres años más tarde cuando la escritora se consagraría definitivamente con un nuevo título:Malena es un nombre de tango (1994). Ambientada en la España de la transición, narra a lo largo de tres décadas la adolescencia y la madurez de Malena Fernández de Alcántara, una joven de la alta burguesía madrileña, cuya trayectoria vital y sentimental estará marcada por la relación con su hermana melliza.








Sorprende que, en su primera novela, una autora de apenas veintitantos años construyera su historia con semejante brío, seguridad y solidez y creara un personaje tan rico en matices, atrevimientos, un espíritu tan reacio a la domesticación y al compromiso, al lugar común y al escarmiento, como la traviesa Lulú.

La proeza de Almudena Grandes en esta historia consiste en que es una penetrante indagación en los fantasmas recónditos que gobiernan desde la sombra la conducta humana.
Quienes piensen que Las edades de Lulú fue un mero “caso” harían bien en releerla ahora, quince años después. Descubrirían entonces que es una espléndida novela, escrita con madura solvencia, y que, además de captar el espíritu de una época, mantiene en nuestros días toda la pugnacidad crítica, el humor acerbo, la gracia verbal y las audacias imaginativas que sorprendieron tanto, al parecer, hace tres lustros.

Mario Vargas Llosa, El País




"La belleza es un monstruo, una deidad sangrienta
a la que hay que aplacar con constantes sacrificios."
Almudena Grandes
Las edades de Lulú

Foto de Mariana Eliano

Elogio de la literatura


Parecen lo mismo, pero no lo son.
No es lo mismo tragar agua que beber una copa de buen vino, no es lo mismo engullir una hamburguesa que paladear despacio un morteruelo hecho a mano, no es lo mismo pasar cinco minutos en una cabina de rayos UVA que disfrutar de una tarde de pereza en una playa desierta. No es lo mismo.
Un año más, comienza la Feria del Libro de Madrid. Lo que siempre ha sido difícil, este año parece insuperable. El empobrecimiento de las clases medias, vivero tradicional de los buenos lectores españoles; la asquerosa competencia de los piratas que campan a sus anchas en la impunidad que les ha garantizado la cobardía de sucesivos Gobiernos; la depresión general que induce a la gente a no salir de casa, a no gastar, a guardar sus pocas reservas por si les toca el próximo ERE… Siempre ha sido difícil, pero esa es también la buena noticia. Si ­hemos salido de otras, saldremos de esta, y un libro puede ser la mejor munición, una sólida trinchera donde resistir. Por eso es importante aclarar que no todos los libros son iguales.
Todo el mundo tiene derecho a escribir, a publicar lo que escribe. Desde luego, pues no faltaría más. Todo el mundo tiene derecho a planear una historia, a contarla con palabras y a decir que ha escrito una novela. Por supuesto que también, nadie puede arrogarse el título de juez supremo que decide qué es una novela y qué no lo es. Pero existe un plano más profundo, una vocación que desafía a las etiquetas y subyace bajo las estrategias demarketing de las editoriales. Una ambición, una pasión, un oficio. La voluntad de mirar el mundo y contarlo desde la propia mirada. La necesidad de formular preguntas sin buscar ni ofrecer respuestas. La aventura de inventar una isla desierta, un minúsculo punto capaz de modificar los mapas conocidos para invocar el amoroso naufragio de los lectores. Y eso, sólo eso, es ser novelista.

No se dejen engañar. No caigan en la trampa de lo que parece igual pero es distinto”
Hablo de mis semejantes, mis hermanos. Exigentes, perfeccionistas, obsesivos, capaces de dejarse arrebatar por una ficción originada en ellos mismos, de vivir dentro y fuera de su propia vida durante años, persiguiendo una imagen, una idea, el exacto significado de una palabra. No salen en la televisión, no son famosos, no tienen más presencia pública que las fotos de las solapas de sus libros. Pero son los guardianes del tesoro, los depositarios de una herencia ancestral, los héroes de estos tiempos de chichinabo, donde cada día más necios confunden valor y precio. Y encima, tienen que aguantar que tantos famosos de medio pelo, periodistas, estrellas de la televisión, seudoaristócratas y demás aparezcan en los telediarios exhibiendo esos libros que, dicen ellos, son sus novelas.
No se dejen engañar, escojan la literatura. Atrévanse a dejarse seducir por los autores que se juegan la vida en lo que escriben, acepten esa apuesta preciosa, solemne, y no caigan en la trampa de lo que parece igual pero es distinto. Este año tengo la suerte de poder recomendar con el corazón en la mano, sin trampa ni cartón, tres novelas escritas por mujeres. Nada se opone a la noche, de Delphine du Vigan; Las poseídas, de Betina González; Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz. Tres miradas diferentes, desde París, desde Buenos Aires, desde Madrid, sobre el universo de las mujeres erróneas, esas que nunca acertamos a ser lo que se espera de nosotras. Tres desgarradores relatos sobre la amistad, la relación entre madres e hijas, y la confusión compartida, amores dolorosos, muy diferentes entre sí, pero capaces de inspirar libros espléndidos.
No olvidemos a los hombres. Insisto en Lobisón, de Ginés Sánchez, una asombrosa historia de hombres-lobo situada en la España contemporánea, una primera novela valiente, conmovedora, originalísima. Intemperie, la ópera prima de Jesús Carrasco, ha logrado la proeza de dar que hablar en un territorio, el de la información cultural de ahora mismo, tan hostil como el escenario donde sitúa a su desvalido protagonista. Tenemos además la ocasión de celebrar el retorno a la narrativa de un escritor extraordinario, Felipe Benítez Reyes, que acaba de publicar un excelente libro de relatos,Cada cual y lo extraño.
La literatura es el sudario que la reina Penélope teje de día y desteje de noche desde hace muchos siglos. Desde que ella ideó esa estratagema, mucho antes de que se inventara la televisión, muchos hombres y mujeres han consagrado sus vidas a continuar su labor, tejiendo y destejiendo un relato universal, imprescindible.
Ese tejido está ahora en sus manos.
Por favor, no corten los hilos.


Premios

  • Premio Rosone d´Oro, Ayuntamiento Pianella (Italia), 1997
  • XI Premio La Sonrisa Vertical, por Las edades de Lulú, 1989
  • Record en una maratón de narración de cuentos en Guadalajara, 1995
  • Finalista del Premio de la Crítica (Narrativa), por Malena es un nombre de tango, 1994
  • Finalista Premio Nacional de Literatura (Narrativa), por Malena es un nombre de tango, 1994
  • Premio NH Relatos, por Modelos de mujer, 1996
  • Premio Sindicato UGT Julián Besteiro de las Artes y las Letras, 2002
  • Público del Premio Salambó, por Los aires difíciles, 2003
  • Premio de los lectores de la cadena de librerías Crisol, por Los aires difíciles, 2003
  • Premio Literario Arzobispo Juan de San Clemente, por Los aires difíciles, 2004
  • Premio al Libro del Año 2007 del Gremio de Libreros de Madrid, por El corazón helado, 2008
  • VII Premio de Novela Fundación José Manuel Lara, por El corazón helado, 2008


OBRA

NOVELA
  • Las edades de Lulú (Tusquets, 1989) 
  • Te llamaré Viernes (Tusquets, 1991) 
  • Malena es un nombre de tango (Tusquets, 1994) 
  • Atlas de geografía humana (Tusquets, 1998) 
  • Los aires difíciles (Tusquets, 2002) 
  • Castillos de cartón (Tusquets, 2004)
  • El corazón helado (Tusquets, 2007) 
  • Inés y la alegría (Tusquets, 2010) 
  • El lector de Julio Verne (Tusquets, 2012) 
  • Las tres bodas de Manolita (Tusquets, 2014)
LIBROS DE CUENTOS
  • Modelos de mujer (Tusquets, 1996) 
  • Mercado de Barceló (Tusquets,2003) 
  • Estaciones de paso (Tusquets, 2005) 
ADAPTACIONES CINEMATOGRÁFICAS
  • Las edades de Lulú (de Bigas Luna, 1990)
  • Malena es un nombre de tanto (de Gerardo Herrero,1995)
  • Aunque tú no lo sepas (de Juan Vicente Córdoba, 2000). Adaptación del relato «El vocabulario de los balcones», de su obra Modelos de mujer
  • Geografía del Deseo - adaptación de «Atlas de Geografía Humana». (Miniserie chilena de Boris Quercia e ideada por María Izquierdo Huneeus, 2004)
  • Los aires difíciles (de Gerardo Herrero, 2006)
  • Atlas de geografía humana (de Azucena Rodríguez, 2007)
  • Castillos de cartón (de Salvador García Ruiz, 2009)




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